Viajar a Estambul
Estambul: una cultura que debes conocer
Aunque guarda gran parte de las antiguas construcciones y curiosidades religiosas, Estambul es una metrópolis de renombre internacional; ¿Qué tiene de especial? un compendio de atractivos resultado de la fusión de cultura, historia, economía e industria, dándole forma a la metrópolis europea moderna en la que el estilo de vida de sus habitantes es marcada por festivales y tradiciones auténticas.
¿Por qué viajar a Estambul?
Antiguamente conocida como Constantinopla o Bizancio, Estambul hoy figura entre las urbes de mayor renombre no solo en Europa, sino en el mundo entero. La mejor época para visitarla coincide con el invierno – si lo que se busca es ahorrar – en comparación con lo que saldría la estadía si se visita en la primavera o comienzos del verano.
¿Qué hacer en Estambul?
Un sinfín de lugares forma parte de la propuesta de la capital europea para el visitante, muchas de ellas, visitas obligadas para quienes se dan cita en ella por primera vez. El primer lugar icónico a destacar es la Iglesia de Santa Sofía, realzando con su impresionante estilo de arte bizantino.
A ella, le sigue sin duda, la Mezquita Azul, emblemático templo que le da a Estambul renombre internacional por ser la más importante de la ciudad. Construida por el Sultán Ahmed I, – y bautizada como Sultanahmed Camii en turco – deleita los sentido al incorporar nada menos que más de 20.000 azulejos de color azul y 200 vidriera.
Sumergirse en la historia turca:
La huella de la época imperial se deja sentir en el Palacio Topkapi, emplace perfecto para empaparse de la historia por ser símbolo del poderío que, en su tiempo, alcanzara Constantinopla como sede del Imperio Otomano.
En líneas generales, el monumento se compone de cuatro patios y diversas edificaciones que albergan cocina, sala de armas, establos reales y Tesoro; esta última parte, guarda objetos de valor difícilmente encontrados en otra parte del mundo, por ejemplo, el Diamante del Ducharero o el Puñal Topkapi, arma confeccionada en oro y adornada con esmeraldas.
Relajarse en los famosos baños turcos:
Después de tantas caminatas, nada mejor que disfrutar de otra parte interesante de la cultura de Turquía, los famosos baños turcos; una sesión de sauna y baños de vapor espera para recuperar energías y relajarse antes de continuar la travesía ¿dónde? en los de Hamam de Çemberlitaş y Hamam de Suleymaniye.
Ver Estambul desde otro ángulo:
Estambul es dividida por un histórico puerto natural, de manera que otra ruta imperdible aguarda en el Bósforo, llegando en barco a Cuerno de Oro por el estrecho a fin de deleitarse la vista con el Puente Gálata, ¿qué tiene de especial? ver el contraste que logran sus incomparables 490 metros de longitud al servir de unión a la parte vieja de la ciudad con la zona más moderna.
Comprar souvenirs y deleitarse con lo mejor de su gastronomía:
Un paseo por el Gran Bazar no puede faltar en la lista de cosas que hacer en Estambul, la razón es simple, no solo es uno de los más grandes del mundo, sino que ofrece un sinnúmero de tiendas en las que encontrar de todo.
Entre tantas compras, es común sentir hambre por lo que sus puestos, restaurantes y terrazas abren sus puertas para ofrecer lo más emblemático de la cocina local; otra buena manera de probar los alicientes de la gastronomía turca es pasearse por la Plaza Sultanhamet, ahí no será difícil encontrar una mesa en la que comer platos típicos como el kebab turco, acompañados del Ayran, su bebida popular elaborada con agua, yogurt y sal.
Irse de excursión en la fortaleza Edikule:
La última invitación es para los amantes de la arquitectura y el arte, pues si de excursiones en Estambul se trata, pocas igualan a la que espera en la fortaleza Edikule, lugar en el que hoy en día, se aloja el museo.
Su construcción data de los tiempos de maestros bizantinos, sirviendo para ese entonces, de cárcel; en la actualidad, exhibe en sus salas antiguos instrumentos de tortura; la visita es propicia para fotografiar el palacio Dolmabahche, erigido en 1853, cuya singular belleza le otorga el privilegio de considerarse el palacio más suntuoso de la ciudad, puesto que su interior se decora con 14 toneladas de oro y 40 toneladas de plata.
¿Qué comer en Estambul?
Apetitosos y cargados de sabores, así se definen los platos turcos, la razón de ello no solo se sustenta en la variedad de ingredientes que los componen sino en la manera de prepararlos. Por antonomasia, la comida típica comienza con la corba, una sopa ligera generalmente de lentejas, trigo y yogurt, aunque las bajas temperaturas de invierno se palean con un buen tazón de sopa de callos.
Si de carnes se trata, el cordero es el rey, siendo el Döner Kebap, su versión más extendida, acompañada siempre de arroz y una salsa especial de yogur. Otra categoría valorada en Turquía es la de las verduras y dolma – que en turco significa “lo que se rellena” – dando lugar a diversidad de recetas tradicionales, siendo el Muteyna, el Alanazik y el Kabak kizartmasi, los más cotizados.
Bebidas y postes:
Pese a que en Turquía la bebida nacional lleva por nombre raki, la cerveza turca no puede faltar; existen otras opciones de gran preferencia por los locales, una de ellas el ayran – yogur disuelto en agua – asimismo, la diversidad de verduras y frutas cultivadas en la región facilitan el consumo de zumos frutales e infusiones, eso sí, servidas caliente y sin leche, además del tradicional kahve, el café turco servido en tazas pequeñas.
Para el postre, la propuesta gastronómica turca no se queda atrás, en su mayoría, con las frutas como ingrediente principal, de esta forma los melocotones de Bursa, compitan con las peras de Ankara o las manzanas de Amasya por la preferencia frente a los higos y las naranjas de Antalya.
Si de recetas se trata, el Baklava es el postre por excelencia, se trata de hojaldre que combina el sabor del pistacho con un delicioso almíbar; otros favoritos son el Muhallebi – bastante parecido a un pudín delicioso – el clásico arroz con leche o Sütlac y pasteles como el Burma y Revani, de canela y de sémola respectivamente.