Avolar

Vuelos y Guías de Turismo

Avolar

Viaja a Tijuana

Una leyenda, quién sabe si tradicional o urbana, asegura que el nombre de Tijuana sería una contracción fonética de las palabras Tía Juana, aludiendo con ello al nombre de una ranchería -o de su dueña- de principios del siglo XIX donde los viajeros solían detenerse a comer. Pero se trata de eso, de una leyenda. En realidad, el origen del nombre de la ciudad de Tijuana es bastante impreciso, aunque todo parece indicar que proviene de la lengua indígena guaycura y que es una corrupción de la palabra “Tiguana”, que indios catequizados de esa etnia llevaron a la región del Camino Real Misionero durante los viajes en que acompañaban a los soldados y frailes españoles.

Vale decir que es cierto que el sitio donde se localiza la ciudad fronteriza sí fue una ranchería, que fue concesionada por José María Echendía, gobernador de las Californias, al militar Santiago Argüello Moraga bajo el nombre de Rancho Tijuán o Tijuana (los historiadores no se ponen de acuerdo) en 1929, y su extensión en ese entonces (“seis sitios de ganado mayor”) corresponde en la actualidad a cerca de 10,500 hectáreas.

Tras la guerra entre México y Estados Unidos, a finales de la década de 1840, cuando se perdieron los territorios de la Alta California, Tijuana definió su estructura socio-económica a la vez que su carácter e idiosincrasia, en virtud de que el naciente orden geográfico la ubicó justamente en la línea divisoria entre ambos países. Dicha circunstancia impulsó su desarrollo, la apertura de casinos, establecimientos de matrimonio y divorcio instantáneos, y mucho más tarde la instalación de decenas de maquiladoras, hoy en día soportes de su pujante economía.

La llamada “ciudad más visitada del mundo”, sea por razones turísticas, de negocios o logística, tiene un ritmo y estilos propios que en poco se parecen a los de cualquier otra ciudad fronteriza. Su caos, su indiscutible mexicanidad, a pesar de la ominosa presencia de señales en sentido contrario, su prosperidad y -vale decirlo- también su pobreza, no hacen de ella, por supuesto, una ciudad bella. A cambio, puede decirse que Tijuana es única y que ninguna otra metrópolis del país puede jactarse de parecérsele.