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Viaja a Mexicali

Comer está en chino

¿Por qué, cuando se le pregunta a cualquier lugareño, cuál es el plato típico de esta zona, contesta sin dudar: “la comida china”? Bueno, no en balde hay más de cien restaurantes de esta especialidad en la ciudad. Enterémonos, entonces. En las primeras décadas del siglo XX, el sitio, que hasta entonces sólo había sido un cruce de caminos –golpeado fuertemente por temperaturas extremas–, fue creciendo gracias al agua que empezó a llegar del Río Colorado. En esa primera racha de crecimiento, una muy activa comunidad china se asentó en Mexicali. Parte de ella llegó después de trabajar en California y otra venía desde China en busca de oportunidades. Y, sí, las encontró, sobre todo, gracias al comercio fronterizo. Los miembros de esta comunidad construyeron diversos negocios… e incluso una ciudad subterránea. ¿Subterránea? En efecto, se trataba de un área llena de túneles que desembocaban al otro lado de la frontera. Se cree que éstos servían para facilitar, no sólo el tránsito de trabajadores ilegales entre ambos países, sino, sobre todo, para introducir alcohol y otras mercancías a Estados Unidos durante los años de la Ley Seca. La existencia de esta ciudad subterránea, ubicada bajo el barrio La Chinesca, se descubrió el día en que se quemó el mercado. Para sorpresa de la sociedad, el humo del incendio empezó a salir por las alcantarillas de Calexico, al otro lado de la frontera. Acto seguido, entre los puestos, aparecieron cientos de chinos ahumados, superando en número a los marchantes que estaban en ese momento en el mercado. Juan Estrada, un hombre mayor, vigilante de un estacionamiento en el antiguo mercado chino, nos contó en qué terminó el incendio de La Chinesca, hecho que se ha convertido casi en leyenda urbana: “Aquí ya desaparecieron los subterráneos, desde hace mucho. Yo trabajé 35 años con los chinos y, para entonces, ya no funcionaban. Existen las puertas todavía pero, si las abres, encuentras cemento. Siempre llegan turistas preguntando por la ciudad subterránea, esperando ver salir chinos debajo de la calle. Eso ya no existe.” De cualquier forma, la influencia cultural china distingue a Mexicali y lo primero que podrás hacer ahí será probar algún –abundante– platillo chino.

Ya comí, ya me voy… al desierto

Es cierto: si de conocer el desierto y los cañones de Mexicali se trata, hay que hacerlo entre octubre y marzo para que el calor no sea un obstáculo. En este escenario encontrarás los cinco cañones de Las Palmas: De Cantú, El Carrizo, El Tajo, Guadalupe y De la Mora. Pregunta por las diversas opciones que hay para hacer ecoturismo. El mejor sitio para escalar está en el Gran Trono Blanco, en el Cañón del Tajo. Mide 600 metros de altura y se puede hacer una excursión de dos días para escalarlo. Hay 350 rutas para elegir.

Dormir a la sombra de un oasis
Por opciones no paramos. Puedes acampar y rapelear en las cascadas del Cañón de Guadalupe o ver las pinturas rupestres del Cañón de la Víbora. Camino al Cañón de Guadalupe, los árboles de humo –una especie de un color verde radicalmente hermoso– nos van señalando el rumbo, mientras –a la derecha– se despliega un olivar. Al llegar al sitio donde dejaremos nuestro automóvil, alguien nos llevará a una rústica y original “habitación” al aire libre. Por supuesto que esto es sólo para aventureros, para aquéllos que saborean con deleite montar una tienda de campaña en medio de un oasis de palmeras, sintiendo la presencia del desierto y los acantilados, y sin más comodidades que una pequeña tina de agua termal y una mesa. Es un lugar perfecto para el retiro, el encuentro con el silencio y, también, claro, para una convivencia bohemia cuando se coincide con otros turistas. En su mayoría, los visitantes son extranjeros. Como no es fácil llegar hasta aquí, te recomendamos contratar los servicios de un experto. Se calcula que en el Cañón de la Víbora hay más de 700 pinturas rupestres; para verlas, es indispensable llevar un guía. Lo mismo decimos para llegar a las cascadas de Guadalupe.

En un viaje como éste, puedes lograr que tres días te rindan como si fueran tres semanas. Repasemos: ya probaste la cocina del lugar –es decir, comida china–, ya practicaste algún deporte extremo en el desierto, ya escuchaste a Pavarotti y, tal vez, ya hasta te diste una escapada para hacer compras en San Diego, California. Sólo te falta dar una vuelta por las playas de San Felipe. Hallarás que es una bahía extraña donde, por un lado, está el desierto y, por el otro, el mar. San Felipe está a una hora y cuarenta minutos de Mexicali. Puedes llegar al Marina Resort & Spa y pasar unas horas tendido al sol, frente al Mar de Cortés; comer ahí algún platillo marino, ver un hermoso atardecer y regresar a Mexicali. ¿Quién dijo que no puedes visitar una ciudad, un desierto y una playa en un sólo fin de semana?